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La UNACH cambia, ¿y nosotros? Sí, el rector cambió


No fue coincidencia ni suerte. El crecimiento del 25% en la matrícula de la ahora Benemérita Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH) no cayó del cielo: es el resultado de una estrategia decidida, de una nueva forma de liderar y de una sacudida institucional que, para bien o para mal, ha removido inercias.

Bajo la dirección de Oswaldo Chacón Rojas, la UNACH parece haber abandonado su letargo administrativo para convertirse en un actor central del desarrollo educativo en Chiapas. Las cifras lo respaldan: 36 mil 500 estudiantes inscritos para el próximo ciclo escolar, alianzas internacionales, cargos nacionales relevantes como la presidencia de la Asociación Mexicana de Educación Continua y a Distancia (AMECYD), y la atracción de figuras académicas de renombre como Fernando Vallespín. Todo esto da cuenta de un cambio palpable.

Sin embargo, el verdadero cambio no solo está en los números o en los reconocimientos. El verdadero giro ha sido de actitud. Se dice que el rector "ya no contesta como antes", lo cual podría parecer una crítica, pero en realidad es un reflejo de lo que implica administrar una universidad tan vasta y compleja. A veces, dejar de responder es también una forma de responder a algo mayor: al compromiso, a la urgencia de transformarse, a la necesidad de estar en mil lugares a la vez.

No se puede pasar por alto tampoco la sintonía política con el gobierno de Chiapas, encabezado por Eduardo Ramírez. Su respaldo ha sido clave para que la UNACH no solo logre más recursos, sino que también se posicione con fuerza en escenarios locales e internacionales. Aquí vale la pena decirlo sin rodeos: sin voluntad política, la educación pública no avanza. Y hoy, esa voluntad parece alineada.

Pero este avance también lanza una pregunta de fondo: si la UNACH se mueve, ¿nos estamos moviendo todos? ¿La sociedad, los profesores, los estudiantes, los medios, estamos entendiendo y acompañando este proceso de transformación? Porque el riesgo del crecimiento acelerado es la desconexión; que mientras unos corren, otros sigan sentados esperando que las cosas se mantengan igual.

Sí, el rector cambió. La UNACH también. ¿Y nosotros? Ojalá no nos quedemos mirando cómo pasa el tren del cambio mientras seguimos debatiendo en la estación.

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