Seguridad con rostro comunitario, un avance para Copoya
La seguridad pública, cuando se construye de la mano con la ciudadanía, se transforma en algo más profundo que patrullajes o cámaras de vigilancia: se convierte en confianza, diálogo y corresponsabilidad. En ese sentido, la reciente instalación del Comité Vecinal de Seguridad del Pueblo en el barrio 14 de Febrero del ejido de Copoya representa mucho más que un acto protocolario. Es un ejemplo tangible de cómo las estrategias de prevención pueden y deben partir desde lo local, con el vecino como actor principal.
La iniciativa liderada por la Secretaría de Seguridad del Pueblo (SSP), bajo el mando del doctor y piloto aviador Óscar Alberto Aparicio Avendaño, es una muestra clara de que el enfoque de proximidad ciudadana puede rendir frutos si se acompaña de voluntad política y participación social. A través de la Unidad de Prevención del Delito y Política Criminal, se está tejiendo una red que apuesta por el diálogo horizontal entre autoridades y habitantes, una estrategia que sin duda puede convertirse en modelo replicable para otras comunidades.
El programa de Comités Vecinales de Seguridad del Pueblo no solo busca reducir los índices delictivos, sino también fomentar la cultura de la denuncia, la organización barrial y el análisis colectivo de los problemas que aquejan a cada comunidad. Esto se vio reflejado en la instalación de la Mesa de Trabajo Interactiva, donde vecinos y autoridades pudieron hablar de frente sobre sus preocupaciones y comprometerse en conjunto a mejorar la seguridad.
En un contexto nacional donde muchas veces se percibe a las autoridades como lejanas o ineficaces, acciones como esta reafirman que la seguridad también se construye desde abajo, desde la banqueta, desde la cuadra. Fortalecer el tejido social y empoderar a las comunidades no solo previene el delito, también regenera la confianza institucional.
El liderazgo del gobernador Eduardo Ramírez Aguilar en impulsar un modelo de seguridad con enfoque comunitario se alinea con una visión moderna y humanista del orden público: uno donde la ciudadanía no es espectadora, sino protagonista.
En suma, lo ocurrido en Copoya no es un hecho aislado, sino un símbolo de lo que se puede lograr cuando hay escucha, voluntad y organización. Que este comité sea el primero de muchos, y que el barrio 14 de Febrero marque el inicio de una nueva etapa para la seguridad ciudadana en Chiapas. Porque cuando la comunidad se une, el miedo retrocede.
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