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#Opinión || Luis Armando Melgar: entre la imagen y los vacíos de resultados


Si el carácter de un político se mide por la coherencia entre lo que dice y lo que hace, Luis Armando Melgar Bravo queda, bajo este escrutinio, en evidencia. Para quienes lo acusan de ser un “político vividor”, aquí hay elementos públicos que permiten contrastar su retórica con su historial real:

Formación académica y carrera antes de la política

Nació el 21 de agosto de 1966 en Tapachula, Chiapas. Es licenciado en Derecho por la Universidad Iberoamericana. Cuenta con un posgrado en Economía Internacional (ITAM) y una maestría en Derecho Económico Internacional por la Universidad de Warwick, Inglaterra. De modo que su perfil profesional no parte de cero: se presenta con sólidos estudios en temas ligados al derecho, la economía y las finanzas internacionales.

Trayectoria en lo público y privado

Cargos en el ámbito público. Melgar ha desempeñado varios cargos administrativos antes de consolidarse en los puestos legislativos:

Secretario de Planeación para el Desarrollo en Chiapas. 

Director de la Comisión Nacional de Inversiones Extranjeras y director general adjunto de Inversión Extranjera en SECOFI. 

Coordinador general de la Comisión Intersecretarial de Política Industrial (CIPI) cuando ese organismo dependía de la Secretaría de Economía. 

Estas posiciones le dieron acceso a redes de decisión en temas de inversión, promoción industrial y coordinación interministerial.

Carrera legislativa y cargos políticos

Fue senador por Chiapas de 2012 a 2018. 

Ocupó una curul como diputado federal por el distrito 13 de Chiapas en el periodo 2021–2024. 

En 2024, regresó como senador para la LXVI Legislatura. 

Dentro del Senado ha formado parte de comisiones como Hacienda y Crédito Público, Gobernación, Turismo, Comercio, entre otras. 

Relaciones con el sector privado

Ha tenido una carrera ligada al Grupo Salinas / TV Azteca / Banco Azteca: ha sido director general de Proyecto 40 (ahora ADN40) entre 2006 y 2017. 

Fue nombrado presidente de la Banca de Gobierno de Banco Azteca desde diciembre de 2018. 

En declaraciones recientes, él mismo afirma que “sus ingresos provienen de su trayectoria empresarial, particularmente en el Grupo Salinas, donde colabora desde hace más de dos décadas”. 

Estas conexiones con el ámbito empresarial le permiten argumentar que no depende exclusivamente del erario para mantener su estilo de vida.

¿Dónde están los datos de ingresos y rendición de cuentas?

Aquí es donde el discurso crítico adquiere fuerza: aunque Melgar dice que su sustento proviene mayormente del sector privado, no hay un registro público claro y verificable que detalle:

1. Sus ingresos anuales como legislador (sueldos, prestaciones, dietas, viáticos) — esos datos deberían estar en declaraciones patrimoniales, reportes de transparencia o plataformas de acceso ciudadano.

2. Ingresos extra-legislativos exactos provenientes de su participación en empresas vinculadas al Grupo Salinas o proyectos privados — no se ha hecho pública una auditoría independiente que demuestre la separación clara entre sus ingresos públicos y privados.

3. Proyectos específicos ejecutados con impacto en Chiapas durante sus mandatos legislativos que puedan cuantificarse: es decir, más allá de discursos, iniciativas o promesas, acciones palpables con resultados evaluables.

Es perfectamente legítimo que un político tenga intereses o actividades privadas, pero en el caso de alguien que acusa a otros de corrupción, la exigencia de máxima transparencia debe ser más rigurosa.

Contraste entre discurso y práctica política: el “vividor” bajo la lupa

Con estos datos y vacíos en mente, podemos fortalecer las críticas al modelo político de Melgar:

Si bien su formación académica es sólida, no ha demostrado resultados públicos contundentes en Chiapas que justifiquen sus críticas como “vocero moral”.

Su trayectoria pública ha estado muy entrelazada con los círculos empresariales y mediáticos del Grupo Salinas, lo que plantea la duda de si su fuerza política surge de logros o de redes de poder e influencias.

Al acusar sin pruebas, exigir investigaciones o cuestionar la legitimidad del pasado —como hace con el exgobernador Escandón— pero sin tener claro el manejo de su propia contabilidad política, incurre en doble estándar.

Su defensa al ser exhibido vacacionando en Londres deja ver que al menos en su narrativa pública él mismo admite depender del sector privado. Pero sin datos concretos, esa afirmación sirve más como escudo que como evidencia.

Contraste con demanda de opacidad a otros

Puedes usar el hecho de que Melgar critica a otros políticos por supuesta corrupción, pero él mismo no publica sus datos patrimoniales completos —para cuestionar su autoridad moral. Por ejemplo:

“Si exige transparencia al exgobernador Escandón y otros servidores públicos, ¿por qué no somete su propio patrimonio, ingresos y declaraciones fiscales a revisión pública independiente?”

Proyección estratégica más que rendición de cuentas.

Las defensas de Melgar cuando es exhibido (como en el caso del viaje a Londres) apuntan no tanto a revelar montos sino a posicionarse políticamente (“yo no aprovecho lo público”, “trabajo desde hace años en el sector privado”). Eso puede sujetarse como parte de su estrategia discursiva, no como evidencia de integridad.


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