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“Niñas Madres en Chiapas: Una Emergencia Silenciosa”

  • En Chiapas hay 23 mil adolecentes y Niñas madres en el país hay 8 mil 200; y el 10% de todas esas están en Chiapas
Por Janeth Gómez.

En el marco del Día Nacional para la Prevención del Embarazo No Planificado en Adolescentes, la secretaria técnica del Consejo Nacional de Población, Gabriela Rodríguez Ramírez, lanzó una declaración tan contundente como alarmante: Chiapas concentra el 10% de todas las niñas madres del país, con más de 800 nacimientos en menores de 15 años registrados solo en 2024.

Las cifras no mienten. Pero más allá de la estadística está la tragedia social y personal que implican estos datos. Estamos hablando de niñas que, en lugar de jugar, estudiar o soñar, están criando hijos. En muchos casos, sin haber elegido libremente ser madres, y con todo un sistema que no les ofreció las herramientas para decidir ni para defenderse.

Un problema estructural, no individual

Rodríguez Ramírez lo dijo con claridad: “Ninguna niña tiene que estar cuidando hijos antes de los 20 años.” Porque hacerlo, en un contexto de pobreza, falta de educación sexual, violencia y abandono institucional, interrumpe para siempre su desarrollo físico, emocional, académico y profesional.

Según la funcionaria, solo el 13% de las niñas madres en Chiapas sigue estudiando. Eso significa que casi 9 de cada 10 ven truncada su trayectoria educativa. Y con ello, también sus oportunidades de salir del círculo de pobreza y dependencia. ¿Qué estamos haciendo como sociedad cuando permitimos que eso se normalice?

Chiapas: la herida más expuesta

Cinco municipios concentran los mayores casos de niñas madres: Ocosingo (44 niñas), Comitán (30 niñas), Tuxtla Gutiérrez (33 niñas), Chiapa de Corzo (22 niñas) y Ocozocoautla (17 niñas). Estos datos revelan que el problema no es solo rural ni indígena (aunque sí se agudiza en esos contextos), sino también urbano y estructural. Chiapas, un estado con enorme riqueza cultural y natural, también es el epicentro de una deuda histórica con su infancia y adolescencia.

Además, entre las mujeres hablantes de lenguas indígenas, hay una diferencia del 40% más de incidencia de maternidad infantil. Esto no sólo refleja exclusión y un rezago que requiere atención focalizada, recursos e intervención comunitaria desde la interculturalidad.


La adolescencia es para vivir, no para criar

La secretaria del CONAPO también nos recuerda algo fundamental que, en medio de tantas cifras, no debe olvidarse: la adolescencia es para aprender, para definir sueños, para vivir la vida, no para criar hijos en condiciones de desigualdad.

Hablar de esto es incómodo para muchos sectores. Rompe con las narrativas conservadoras, con los silencios familiares y escolares, con los discursos que prefieren ver la maternidad infantil como una “consecuencia natural” y no como una vulneración grave de derechos humanos.

El cambio es posible, pero debe ser colectivo

Lo esperanzador es que, como también señaló Gabriela Rodríguez, esto no es una condena, es un reto que sí podemos superar. Pero para lograrlo se necesita mucho más que buenas intenciones:

  • Educación sexual integral desde la primaria.

  • Acceso gratuito y sin estigmas a anticonceptivos.

  • Servicios de salud con perspectiva de juventud y de género.

  • Prevención y denuncia efectiva del abuso sexual, especialmente en el entorno familiar.

  • Atención especializada para niñas madres, para que puedan continuar su educación y rehacer su proyecto de vida.

Niñas no madres, nunca más

Hoy Chiapas se enfrenta a uno de los rostros más dolorosos de la desigualdad: el embarazo infantil. No es una estadística más. Son miles de vidas atrapadas en un destino que no eligieron. El llamado es claro y urgente: ninguna niña debe ser madre, ningún niño debe criar.

Este no es solo un tema de salud pública o de derechos humanos. Es una cuestión de justicia social. Es una responsabilidad colectiva. Y es también un testimonio del tipo de sociedad que queremos ser.

Niñas no madres. Educación, no maternidad forzada. Futuro, no resignación.

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